Relato de Charlotte V., Hugo M., Salomé R. y Line Gass
Capítulo 1 – Memoria de Alberto
Cuando Eloy volvió a la casa familiar, estaba muy enojado y furioso. Me dijo con una voz seria:
“¿Quién puede ser el pendejo que juega con la memoria de Alberto?”
Al principio, no entendí nada. Pero cuando me explicó la situación y me mostró el papel, tenía la misma opinión. Repasamos la lista de las personas susceptibles de poder hacer algo así. Sin duda, teníamos en mente un tío nuestro. Por cierto, a él no le gustaba mucho Alberto. Eso por culpa de una disputa con nuestra madre. Pero rápidamente, alejamos esta pista ya que había fallecido hacía 10 años. Además, el Albertito era bien apreciado por todos. Entonces: ¿¡Quién!?
Eloy se puso a pensar un minutito si el mensaje podría ser de Alberto mismo. Sin embargo, volvió rápidamente a la realidad: el hermanito solo tenía 5 años cuando cayó al pozo. Así que no sabía escribir.
Luego, recordé que la noticia del drama salió en el periódico del pueblo. Representaba un montón de personas que pudieron estar al tanto. Nos dimos cuenta que encontrar al culpable iba a ser un camino muy largo…
Estábamos muy determinados a desenmascarar el culpable de esta farsa. Empezamos a elaborar una lista de todas las personas que tenían una relación con nuestro hermano, fuera de la familia.
Su nacimiento había sido muy complicado, con problemas de salud. En efecto, Alberto nació el 12 de septiembre de 1995, un mes y medio antes de la fecha prevista. El bebé estuvo en una incubadora y en soporte vital durante 26 días. Muchos doctores estuvieron a su lado para intentar salvarle. Una, en particular, cuidó de él, estaba en el hospital todos los días, incluso cuando estaba de descanso. Esa doctora se llama Rosa, y se quedó destrozada después del accidente. Este acontecimiento fue la gota que colmó el vaso, y Rosa se jubiló con antelación. Desde ese día, recibimos una carta de su parte cada año nuevo, donde cada vez nos escribe desde una parte diferente del mundo. No pensábamos que fuera posible que Rosa hiciera una cosa tan horrible…
Eloy me propuso escribir a Rosa. Estaba convencido de que nos ayudaría en nuestra búsqueda. Yo era más escéptico porque no veía cómo Rosa podría iluminarnos, pero ella había sido tan importante para Alberto que escribirle me parecía una buena idea, al menos para tener noticias suyas. Así que tomamos un sobre, un sello, un bolígrafo y una hoja de papel, y Eloy comenzó la carta.
En ese momento llegó nuestra hermana Natalia. Sin saber nada de la situación, nos preguntó qué estábamos haciendo. Le explicamos toda la historia del mensaje encontrado en el pozo. Natalia estaba muy desconcertada por estas peripecias y su tez palideció de repente. Natalia era la hermana de nuestra familia que más había sufrido por la muerte de Alberto, era muy sensible y recuperarse de tal conmoción había sido muy difícil para ella.
Cuando ella oyó estos extraños hechos, nos rogó que dejáramos de inmiscuirnos en eso, diciendo que sólo nos arriesgábamos a sufrir más por la muerte de Alberto. Frente a su reacción, Eloy se enfadó. No podía entender cómo ella, que estaba tan apegada a Alberto, podía aceptar que se burlaran de la muerte de su hermano y no hacer nada. La discusión degeneró muy rápidamente, ya que Eloy y Natalia no podían entender el punto de vista del otro. Ahogado por este argumento, no sabía qué pensar y decidí salir a tomar un poco de aire fresco. Así que fui al jardín y caminé por la enorme propiedad de nuestros padres. Caminé hasta el fondo del jardín donde estaba a pocos pasos del pozo. Decidí inclinarme y echar un vistazo al fondo del pozo, y cuál no fue mi sorpresa al ver una nueva botella con el siguiente mensaje en ella:
"No sirve para nada darle vueltas al pasado, el futuro tiene muchas más cosas que ofrecer".
Me quedé sin voz, estupefacto. Volteé una, dos, tres veces, pero no había nadie. Nadie había podido poner ese mensaje en el pozo, sin que yo lo hubiera visto. Me incliné de nuevo por encima del pozo, y sin saber por qué, lo único que vi fue un hueco vertiginoso. El agua había desaparecido, y la oscuridad y el frío me atraían, como un imán. Aterrorizado por esta sensacion, volví a casa con la botella y el mensaje. Cuando llegó llegué, Eloy me llamó:
"¿Eres tu tú? He terminado la carta, ¡ven para decirme qué tal te parece!" Sin respuesta de mi parte, salió del despacho: "¿Qué pasa? Parece que acabas de ver un fantasma".
Cuando acabé de contarle lo que había pasado, mi hermano decidió volver al pozo. "Pero no hay nada, solo agua, no te rompas la cabeza para nada, esta historia te pone loco... Dame el mensaje y vete a la cama, tienes que descansar un poquito". Claro que tenía que descansar, venía aquí de vacaciones para disfrutar de mi familia y de la calma que se encuentra en los pequeños pueblos como este, había llegado a la casa de nuestros padres solo unas horas antes, salía de 5 horas de tren, avión, autobús y no había comido desde la mañana, así que por supuesto necesitaba dormir. Pero estaba seguro de una cosa: no estaba loco, y lo que había visto, no lo había inventado. Decidimos esperar al día siguiente para enviar la carta, e intentar comprender el sentido de este nuevo mensaje que había encontrado...
Esa noche fue muy complicada. No podía dormir, solo pensar en lo que había pasado durante el día. Estaba totalmente seguro de lo que había visto en el pozo… ¿Y si era Alberto quien había escrito esos mensajes? Pero, ¿cuál sería la explicación? ¿Cómo sería posible? ¿Era posible que Alberto estuviera vivo? Recordé que cuando cayó en el pozo, no encontramos el cuerpo… El pozo estaba demasiado profundo, y había mucha agua en él.
Había una coincidencia extraña. Esa semana, había leído una teoría sobre un mundo en paralelo con el nuestro, al que se puede acceder solamente por un portal mágico. Este portal habría sido visto por un científico hace dos años, gracias a unos estudios que hizo sobre su aparición misteriosa. Su aparición tendría una explicación: ocurriría en el lugar de un hecho injusto sobre una persona inocente y con un alma pura, para salvarla.
Hice investigaciones sobre esta teoría, y vi muchos testimonios de gente a quien le había ocurrido hechos extraños que pudieran ser explicados con la existencia de otro mundo.
Finalmente me quedé dormido, y soñé con este mundo.
Con mi cabeza llena de cuestiones, me fue imposible dormir bien. Me desperté a las 3 de la mañana. “Nadie me creería” resonó en mi mente. Sin embargo, mi instinto me dijo que volviera al pozo, incluso si estaba aterrorizado por caminar solito hasta allí. Tenía una idea en mi mente. Antes de salir de casa, cogí un objeto en la maleta en el que estaba escrito: “Recuerdos de Alberto”. El camino hasta el pozo me parecía una eternidad. Con la oscuridad total, casi me caigo por mi parte en ese maldito pozo. Me puse a hablar y a preguntar si Alberto me oía. Pero nada… y tampoco vi nada. Me dije que sí, que quizás me hubiera vuelto loco con esta historia. En la duda, lancé el muñeco “Bad Bunny” en el fondo del pozo. Pertenecía a Alberto antes del drama. Era el ídolo de Alberto, conocía todas sus canciones. No escuché ningún ruido de la caída del muñeco. Pero no importaba, estaba demasiado cansado. Finalmente, volví a casa para intentar dormir de nuevo.
Me levanté con un mal presentimiento sobre la carta. Me dije que Rosa era una persona muy científica y era como Santo Tomás. En efecto, si se enteraba de algo sospechoso, se iría inmediatamente a donde estuviéramos nosotros para verlo con sus propios ojos. Como era muy chismosa, no quería que todo el pueblo estuviese al tanto de lo que había pasado esos últimos días. Además, entender esos extraños eventos podría preocuparla, lo que no era nuestro objetivo. Por eso, cuando Eloy se levantó, le expliqué mi punto de vista. Él (por una vez) hizo el esfuerzo de entenderme, pero no estuvo de acuerdo conmigo. Eloy tiene muchas cualidades; es ambicioso, valiente, dedicado y determinado y así tengo mucha admiración por mi hermanito. ¡Pero puede ser tan terco! Su testarudez hizo que, como siempre, nos embarcáramos en una discusión interminable. A pesar de mis argumentos, Eloy estaba convencido de que explicar la situación a Rosa sólo podría ayudarnos. Me dijo en un tono arrogante: "Realmente no te entiendo, ayer estabas entusiasmado con la idea de escribir a Rosa y ahora te parece la peor idea del mundo. ¿No podrías dejar de cambiar de opinión cada cinco minutos?". Atacado por su reacción, comencé a responderle cuando un ruido atronador me interrumpió.
El ruido venía del jardín. Eloy y yo, sorprendidos, nos apresuramos a ver qué había causado este alboroto. Una vez que llegamos al jardín, vimos a Natalia, con la cara fijada por la sorpresa, que nos dijo:
- "Creo que acabo de experimentar la cosa más extraña de mi vida.
- ¿Qué pasó ?
- No sé, estaba tomando un poco el aire, para pensar en todo lo que esta pasando, y cuando llegué aqui encontré el muñeco de Alberto, sentado en el borde del pozo, nos explicó llorando. ¿Creéis que es un mal presagio, una maldición?, ¿Dios mío mío, pero por qué nos ocurre esto a nosotros?, ¡no merecemos esto, me estoy volviendo totalmente loca! continuó Natalia completamente aterrorizada.
-¡Natalia!, ¡Escúchame por favor! No es ni un mal presagio ni una maldición... A lo mejor es un poco por mi culpa, ayer por la noche estaba un poco perdido, y no se sé por qué pero lancé este muñeco en el pozo, como no había luz, quizás me equivoqué y aterrizó al lado ...
- ¿Pero por qué hiciste eso ?"
Al contestarme, Natalia estaba agitando el muñeco, y vi estupefacto que estaba mojado.
- Espera Nata, cuando lo encontraste ¿estaba empapado así?
- Sí... ¿Y?
- Estamos en verano, y esta noche no ha llovido... ¿Cómo puede estar mojado? Esto quiere decir que cayó al fondo del pozo, ¿pero cómo ha podido subir?
Tomamos una decisión, bajar hasta el fondo del pozo para intentar entender lo que estaba pasando.
Fui a casa para buscar los elementos necesarios, y volví con Natalia y Eloy. Amarramos la cuerda al árbol cerca del pozo y enganché la lámpara al casco.
Empecé a bajar en el pozo, con Natalia y Eloy que estaban desenrollando la cuerda. Durante el primer minuto, no veía el fondo. No entendí por qué, pero mi lámpara empezó a apagarse y la voz de mis hermanos se interrumpió.
Al instante siguiente, la cuerda desapareció y caí. Fue una caída interminable.
Con el pánico de la caída, empecé a gritar. Pero como mi caída continuó sin que pudiera ver el fondo del pozo, me di cuenta de que los gritos no servían de nada. Entonces me callé y mi violento y aterrador descenso continuó en un extraordinario silencio. Nunca había oído tan poco ruido, como si no hubiera nada vivo a mi alrededor. De repente, un ruido me sobresaltó.
Bibibibip bibibibip bibibip.
Mi despertador acababa de sonar y estaba en la cama, sudando. Desconcertado, tardé un poco en darme cuenta de que todo era una horrible pesadilla y de que mi hermano pequeño, Alberto, dormía tranquilamente a mi lado.