Relato de Léa L., Thaïs N. y Juliette D.

10. Punto de vista de Javier

Veo la puerta abrirse y casi me desmayo al ver al hombre que entra en la habitación. Me encuentro paralizado. El hombre se acerca y se sienta delante de nosotros. No puedo creerlo, no puedo creer lo que veo, no es posible, es un sueño, me voy a despertar. Parpadeo y me pellizco para comprobarlo.

Alberto, mi hermano, mi hermanito, que desapareció trágicamente hace 20 años. Está ahí delante de mí, con el cuerpo de un joven pero aún con su mismo rostro travieso y sus brillantes ojos de niño. No puedo creerlo. No me lo creo. Es un sueño, su muerte me conmovió profundamente y todavía no me he recuperado del todo. Volver a esta casa, 20 años después, debe traer todo tipo de recuerdos y el deseo de volver a ver a mi hermano, como antes, como si la tragedia no hubiera ocurrido. Pero bajo ninguna circunstancia lo que sucede es posible, no puedo creerlo.

- Buenos días, hermanos, dijo Alberto sonriendo. No, no estás soñando, Javier, soy yo, Alberto, en carne y hueso, por así decirlo. Sé que te va a resultar difícil creer lo que te voy a decir e incluso creer que soy yo quién te está hablando, pero vas a tener que escucharme, y sólo escucharme por ahora. No pienses, no te digas que esto es imposible, que es un sueño. Sólo escúchame.

Estoy aturdido. Siento que la ira se eleva dentro de mí, pero trato de ponerla a un lado y decido escuchar a Alberto, esa persona que está delante de mí, sí, siento que está delante de mí... 

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