Relato de Anselme C., Cassandra LE R., Mathis A.

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Cours: Récits d'espagnol
Livre: Relato de Anselme C., Cassandra LE R., Mathis A.
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Date: jeudi 16 mai 2024, 07:43

Description

El manuscrito de Cuenca

1. Capítulo 1

Caía la noche y las calles empedradas del casco antiguo de Cuenca empezaban a vaciarse. Era muy importante conseguir entregar el manuscrito medieval al traductor que se alojaba en la Posada de San José. Pedro tenía que poder cruzar el puente de San Pablo antes de que se hiciese totalmente de noche ... Ya tenía vértigo desde que era pequeño y cruzar el puente le exigió mucho esfuerzo. Además, la oscuridad de la noche cayendo no le ayudaba. Estaba tan concentrado sobre sus pasos que no vio la silueta que acababa de adelantarle ... Fue la última persona que Pedro vio, sin verla bien, por supuesto.

Al mismo tiempo, una mujer estaba paseando por las calles. Acababa de pelearse con su esposo. No era la primera vez que él volvía a casa totalmente borracho. Antes, ella no tenía trabajo y cuidaba a sus hijos y del hogar. Su esposo tenía un buen trabajo de ingeniero. Un día, su mujer le preguntó si ella podría trabajar porque se aburría. Después, su esposo se fue de su empleo y tuvo que acercarse de su pueblo para cuidar a sus hijos. Era traductor porque le encantaba leer y conocía muchos idiomas. Su mujer trabajaba como jueza en la gran ciudad más cercana. Se iba de la casa familiar a las cinco de la mañana y volvía a las siete de la tarde, cuando no había tenido mucho que hacer durante el día. Poco a poco, su esposo se encargaba de las tareas domésticas y a él, no le gustaba que su mujer se fuese tanto tiempo. Empezó a beber con sus colegas y fue puntual, al principio, solo para esperar su mujer. Desde hacía un año solía ir al bar y volver a casa borracho. Por suerte, sus hijos no estaban en el hogar por sus estudios desde hacía dos años. Entonces, la mujer estaba pensando en su situación cuando se dio cuenta de que su esposo debía recibir el manuscrito medieval de su colega y amigo Juan Sánchez que se alojaba en la Posada de San José. Juan Sánchez no estaba en el pueblo porque su hija tenía problemas de salud, ella estaba en el hospital y él había pedido a su esposo que cogiera el manuscrito para él. ¡Qué suerte! Además de pelearse con su esposo, la mujer tenía que hacer su trabajo. "Soy tan amable", pensaba la mujer que iba hacia la Posada de San José. Estaba esperando cuando ella vio una silueta que se dirigía hacia el puente. La saludó y la miró durante un momento. Pero la mujer vio algo que no tenía que ver. Cuando la silueta se dio cuenta de la presencia de este testigo, empezó a correr hacia ella, pero ella ya estaba en su casa. "Espero que no haya visto dónde vivo ... ¿Qué voy a hacer?", se decía, tratando de disminuir su pulso ...

Una persona estaba paseando por las calles, observando los alrededores, pero no vio a la mujer que él conocía bien delante de la puerta de la Posada de San José. Se concentraba porque tenía una meta esta esa noche. No tuvo conciencia de que esa mujer podía ser su futuro infierno.

2. Capítulo 2

María Cortés no pudo dormir por lo que había visto esa noche. Estaba muy preocupada y ella no sabía por qué la silueta le había parecido muy familiar, como si fuera ella misma. Pero ella no tenía tiempo: sus hijos volvían a casa. Tenía que limpiar, hacer las compras, cocinar y preparar la mesa mientras su marido estaba en los brazos de Morfeo, durmiendo tranquilamente. A las once, todavía su esposo no se había despertado. Por eso, subió hasta su habitación, pero cuando abrió la puerta, su esposo ya no estaba en la cama.

De repente, recordó que después de la pelea, su marido estaba tan borracho que se había ido a dormir a la cama de la habitación de huéspedes. Pero, su marido no estaba allí tampoco. ¿ Adónde se había ido? Su preocupación aumentó: ¿y si él fuese el que el que había visto la noche anterior, cerca de la puerta de la Posada de San José?

Para responder a sus preocupaciones, el teléfono sonó y llamó la policía: «Estamos con su marido, Diego Cortés. ¿Puede ir a la policía para la investigación de un intento de asesinato? Tenemos algunas preguntas y queríamos que nos contestara. Gracias por su cooperación, señora».

Juan Sánchez no recibió mensajes de Pedro: «¿Por qué tendrá tanto retraso? Tengo que ir a cuidar a mi pobre hija. ¡Una persona que cuidar es bastante!».

Durante horas, estuvo esperando a Pedro, pero no tuvo noticias. De repente, recibió una llamada: era Diego quien le llamaba. «Quizás, ¡recibió el manuscrito!», pensó Juan:
«¿Dónde está el manuscrito? ¡Es la una de la mañana y no tengo nada entre mis manos!
- ¿Qué? ¿Todavía no has recibido el manuscrito? ¡Hay un problema! No sé dónde está Pedro, no tengo noticias o mensajes de él y creía que estaba contigo.
- ¿Qué dices? ¡Sabes que el manuscrito es la única razón por la que todavía yo tengo un trabajo, porque soy el único que puede traducir eso! Ya lo sé: ¿te ríes de mí? ¿Es broma?
- Por supuesto que no. No me estoy burlando de ti, tengo una hija en el hospital y un amigo desaparecido y tú crees que tengo tiempo para reír. Olvídate, voy a buscarlo yo mismo …»


Entonces, Juan colgó. ¿Qué voy a hacer? 

Después de su pelea con su querida esposa, Diego quiso ir a la cama para olvidar. A él, no le gustaba cuando se peleaban. Ya sabía que María tenía razón, pero quizás la bebida no le ayudara a ser menos orgulloso. Además, nunca hablaban de su problema con la bebida de día, entonces, nunca él tuvo la oportunidad de decirle lo que realmente pensaba.

De repente, recordó que tenía que recuperar un manuscrito. Entonces, llamó a su amigo, Juan, se peleó con él, de nuevo, y su amigo colgó. Depués, tomó la decisión de encontrarse a con Pedro para asegurarse de que no había problema. Se despertó y se fue por las calles. Hasta el amanecer, no encontró nada. Estaba caminando cerca del puente de San Pablo, cuando vio a la policía. Se acercó y preguntó a la policía lo que estaba pasando ahí.
«¿Es Diego Cortés, el traductor del manuscrito de Cuenca?
- Sí, soy yo. ¿Qué pasa aquí?
- Venga con nosotros a la comisaría de policía. Tenemos algunas preguntas para usted en relación con la investigación de un intento de asesinato.»

3. Capítulo 3

El agente de policía Abel Correa no sabía qué pensar del dossier que le habían dado sus superiores. La situación era muy diferente de las que solía tener durante su carrera en esta comisaría. La ciudad de Cuenca no era una ciudad muy crítica por el crimen ni por todas las actividades ilegales posibles. Exceptuando algunos jóvenes que intentaban comprar algunas drogas blandas o robar de vez en cuando, las misiones de los agentes de la ciudad no eran tan complicadas y graves como esa investigación.

Tras el descubrimiento del cuerpo inconsciente que había sido trasladado directamente al hospital, un trabajo de investigación muy importante se debía hacer. ¿Quién había intentado asesinar al cartero? ¿Y por qué? ¡Ahora que la víctima estaba a salvo y viva, tenía que obtener respuestas! Abel decidió que la prioridad era encontrar a la persona que había hecho la llamada enmascarada a los bomberos. Había que determinar si era testigo o sospechoso en la investigación. El hecho de que esta persona hubiera llamado a la hora estimada de la caída de Pedro y desapareciera inmediatamente después, reforzaba la segunda hipótesis para Abel...

Durante las primeras investigaciones, algunos minutos después del drama, sus colegas habían sido abordados por un hombre que parecía borracho y bastante triste. Habían reconocido a Diego Cortés, el traductor. No había muchos en la ciudad y el problema de bebida del hombre ya le había llevado a encontrarse con la policía. Para que no tuvieran ningún riesgo, le habían obligado a ir a la comisaría para un interrogatorio. Puede ser la persona que había hecho la llamada enmascarada a los bomberos, o el culpable, pensaba Abel Correra.

Diego no podía imaginar lo que el agente le había dicho. A pesar de la confusión provocada por el alcohol, intentó concentrarse al máximo, y las noticias de ser sospechoso de un intento de asesinato hicieron que casi todos los efectos del alcohol parasen.
Abel no tenía pruebas en que Diego fuera el autor del intento de asesinato, pero tenía que examinar su situación:
«Bien. ¿Podría hacerle algunas preguntas?
- ¿Qué quieres? ¿Estoy detenido?
- No, por el momento no está detenido. Solo queremos hacerle algunas preguntas sobre un intento de asesinato que tuvo lugar esta noche. ¿Dónde ha estado usted esta noche?
- Estaba en la calle, caminando. ¿Por qué me preguntas eso?
- ¿Puede proporcionar algún detalle adicional sobre su ubicación en la calle esta noche? ¿Recuerda a quién vio o con quién habló?
- No, no puedo recordar mucho. Estaba borracho, pero me parece que no me he encontrado a nadie. Se hace tarde, no hay mucha gente ahora. ¿Puedo irme a casa ahora?
- Por el momento no puede irse a casa. Necesitamos hacer más investigaciones para que estemos seguros de que usted no tiene ninguna relación con la víctima. Si recuerda algo más sobre su noche en la calle o si tiene alguna información adicional que podría ser útil para nuestra investigación, por favor háganoslo saber. ¿Conoce a Pedro Fernández?
- ¡Pedro! ¡Claro que sí! ¡Tengo que hablar con él! ¿Usted también sospecha de él? Lo conozco bien, no me parece que pueda hacer una cosa como esta.
- ¿Tiene que hablar con él? ¿Para qué?
- Tiene algo que necesito urgentemente. Pero no responde a ningún mensaje y se hace… ¡espera! ¿Le ha pasado algo?
- Es la víctima del intento de asesinato. Ahora está en el hospital. Tenemos pruebas que implican la presencia de otra persona. No fue un accidente, el puente es bastante seguro y tenemos marcas de contacto.»

Todas estas noticias terribles parecían totalmente inimaginables para Diego. Del problema de la recepción del manuscrito al hecho de que alguien había intentado asesinar a uno de sus familiares, hizo que Diego no pudiera concentrarse sobre los detalles de su noche. ¡Y ahora era uno de los sospechosos!

4. Capítulo 4

El agente de policía Abel Correa no sabía qué pensar del dossier que le habían dado sus superiores. La situación era muy diferente de las que solía tener durante su carrera en esta comisaría. La ciudad de Cuenca no era una ciudad muy crítica por el crimen ni por todas las actividades ilegales posibles. Exceptuando algunos jóvenes que intentaban comprar algunas drogas blandas o robar de vez en cuando, las misiones de los agentes de la ciudad no eran tan complicadas y graves como esa investigación. Tras el descubrimiento del cuerpo inconsciente que había sido trasladado directamente al hospital, un trabajo de investigación muy importante se debía hacer. ¿Quién había intentado asesinar al cartero? ¿Y por qué? ¡Ahora que la víctima estaba a salvo y viva, tenía que obtener respuestas! Abel decidió que la prioridad era encontrar a la persona que había hecho la llamada enmascarada a los bomberos. Había que determinar si era testigo o sospechoso en la investigación. El hecho de que esta persona hubiera llamado a la hora estimada de la caída de Pedro y desapareciera inmediatamente después, reforzaba la segunda hipótesis para Abel...

Durante las primeras investigaciones, algunos minutos después del drama, sus colegas habían sido abordados por un hombre que parecía borracho y bastante triste. Habían reconocido a Diego Cortés, el traductor. No había muchos en la ciudad y el problema de bebida del hombre ya le había llevado a encontrarse con la policía. Para que no tuvieran ningún riesgo, le habían obligado a ir a la comisaría para un interrogatorio. Puede ser la persona que había hecho la llamada enmascarada a los bomberos, o el culpable, pensaba Abel Correra.

Diego no podía imaginar lo que el agente le había dicho. A pesar de la confusión provocada por el alcohol, intentó concentrarse al máximo, y las noticias de ser sospechoso de un intento de asesinato hicieron que casi todos los efectos del alcohol parasen.
Abel no tenía pruebas en que Diego fuera el autor del intento de asesinato, pero tenía que examinar su situación:
«Bien. ¿Podría hacerle algunas preguntas?
- ¿Qué quieres? ¿Estoy detenido?
- No, por el momento no está detenido. Solo queremos hacerle algunas preguntas sobre un intento de asesinato que tuvo lugar esta noche. ¿Dónde ha estado usted esta noche?
- Estaba en la calle, caminando. ¿Por qué me preguntas eso?
- ¿Puede proporcionar algún detalle adicional sobre su ubicación en la calle esta noche? ¿Recuerda a quién vio o con quién habló?
- No, no puedo recordar mucho. Estaba borracho, pero me parece que no me he encontrado a nadie. Se hace tarde, no hay mucha gente ahora. ¿Puedo irme a casa ahora?
- Por el momento no puede irse a casa. Necesitamos hacer más investigaciones para que estemos seguros de que usted no tiene ninguna relación con la víctima. Si recuerda algo más sobre su noche en la calle o si tiene alguna información adicional que podría ser útil para nuestra investigación, por favor háganoslo saber. ¿Conoce a Pedro Fernández?
- ¡Pedro! ¡Claro que sí! ¡Tengo que hablar con él! ¿Usted también sospecha de él? Lo conozco bien, no me parece que pueda hacer una cosa como esta.
- ¿Tiene que hablar con él? ¿Para qué?
- Tiene algo que necesito urgentemente. Pero no responde a ningún mensaje y se hace… ¡espera! ¿Le ha pasado algo?
- Es la víctima del intento de asesinato. Ahora está en el hospital. Tenemos pruebas que implican la presencia de otra persona. No fue un accidente, el puente es bastante seguro y tenemos marcas de contacto.»

Todas estas noticias terribles parecían totalmente inimaginables para Diego. Del problema de la recepción del manuscrito al hecho de que alguien había intentado asesinar a uno de sus familiares, hizo que Diego no pudiera concentrarse sobre los detalles de su noche. ¡Y ahora era uno de los sospechosos!

5. Capítulo 5

« ¡Hola mamá! Soy yo, Rafael. ¿Dónde estás ?
- Estoy en la comisaría. Llego a casa enseguida, pero creo que debemos hacer la cena otra vez.
- Hay un problema. ¿Qué pasa ?
- Te lo contaré cuando haya llegado a casa. »

Rafael estaba preocupado por lo que su madre acababa de decirle. Había un problema y si debíamos anular la cena familiar, podía ser grave. Diez minutos después su madre estaba en casa y le contó todo lo que se había pasado en la comisaría. Rafael estaba cada vez más preocupado hasta que rompió a llorar. ¿Qué te pasa hijo mío? Rafael dijo a su madre que era él la silueta que ella había visto el día anterior, la noche anterior. Estaba en las calles para encontrarse con un amigo que no había visto desde hacía dos años. Se habían alejado por culpa de los estudios. Entonces, durante la tarde, se fue de su universidad para ver a su amigo antes de ir a casa de sus padres. Pero su amigo se había ido de Cuenca hacía dos meses. Entonces, Rafael no quería que sus padres descubrieran la situación con su amigo porque hablaban todo el tiempo de ese famoso amigo inteligente y muy amable. Después, decidió volver a la universidad pero ya se había hecho totalmente de noche y debía cruzar el puente. Era peligroso. Cruzó la ciudad y llegó delante del puente, pasando la puerta de la Posada de San José. María tomó conciencia de que él era la silueta que ella había visto la noche anterior. Su hijo continuó su historia, con el corazón lleno de remordimiento. Entonces, asustó a Pedro cuando le llamó y Pedro cayó del puente. Rafael se había preguntado lo que había hecho, intentaba encontrar ayuda cuando vio a su madre delante de la puerta de la Posada. Empezó a correr pero su madre ya había llegado a casa. No sabía qué hacer y llamó a los bomberos. Presa del pánico, y sin pensarlo, les llamó con un número enmascarado. A llegada de los bomberos, Rafael se escondió porque tenía miedo de las acusaciones contra su persona. Por suerte, la caída no había sido fatal, pero por supuesto, la policía iba a investigar porque una caída como esa es algo raro y también el manuscrito había desaparecido. Los bomberos concluyeron que la caída no había sido fatal gracias al manuscrito de Cuenca. El manuscrito había frenado el impacto de la caída, y entonces era por eso por lo que Pedro estaba todavía con vida.
María estaba en estado de shock porque ella, durante un momento, había pensado que su marido era responsable del accidente. Juntos, la madre y el hijo, se fueron de casa para ir a la comisaría a contar la verdadera historia pero la policía, en lugar del marido, encarceló al hijo. Durante tres meses, la familia se peleaba con la policía todos los días para que liberase a Rafael pero no consiguió la libertad de su hijo. El único que podía ayudar estaba en una situación crítica en el hospital.
Un día Pedro se despertó y testimonió. Rafael fue liberado y Pedro, en algunas semanas, volvió a vivir normalmente. Desde ese momento, nadie cruza el puente de noche y todas las personas que tienen vértigo arrojan una moneda en el cañón para que el manuscrito de Cuenca les ayude a cruzar. Nadie lo ha descubierto y ahora su existencia es casi una leyenda.