Relato de Léa L., Thaïs N. y Juliette D.

El pozo

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.

Luis Mateo DÍez

4. Punto de vista de Eloy

Tengo que comprobar mis dudas. Espero que mi mente me hubiera engañado porque estaba cansado y que no hay nada raro con el pozo. Entonces, cojo la cuerda al lado del pozo y empiezo a hacer rappel suplicando que no se rompa la cuerda.

Cuando llego al fondo del pozo, estoy cubierto de sudor y mi corazón late como si fuese a salir de mi cuerpo. Empiezo a lamentar mi decisión ¿Qué pasa si no puedo subir del pozo? Hay mucha humedad y es tan oscuro aquí... Después de un buen rato de duda, me doy cuenta de que no he hecho toda esta expedición hasta el pozo para nada. En algunos minutos, comprobaré que no hay nada en el pozo y la vida seguirá su curso.

 

Estoy tocando las piedras húmedas sin saber exactamente lo que estoy buscando, una pista, un mensaje, cualquier cosa para probarme que no estoy loco.

De repente, oigo un ruido por encima de mi cabeza y me sobresalto.

 - Eloooooy. ¿Qué estás haciendo en el pozo?

 No puedo articular palabra.

-¿Estás drogándote o qué?

Javier está mirándome.