Relato de Léa L., Thaïs N. y Juliette D.

El pozo

Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.

Luis Mateo DÍez

20. Punto de vista de Javier

Mundo de Alberto, el día del accidente de tráfico

Estamos en el jardín de nuestra casa de infancia, y toda nuestra familia está junta en el comedor. Es el inicio de la primavera y una tormenta está acercándose. Es una pena porque nadie va a salir de casa, entonces Eloy deberá ser muy discreto cuando va a entrar para esconder las llaves.

Me quedo en el jardín, detrás de un arbusto, mientras que Alberto se va al cruce del accidente y Eloy se acerca a la casa. Juego el papel más crucial, pero también el más difícil. La manía de mamá de ventilar la casa todo el tiempo, que me irritaba durante los inviernos y que abría las ventanas de mi habitación cuando ya estaba durmiendo, ahora es una bendición. Alberto nos ha dicho que las llaves estarán en el abrigo del yo del pasado, en el armario de la entrada.

La ventana abierta más cercana está en la cocina, que está justo al lado del comedor. Nuestra familia está empezando a comer el plato principal, entonces tenemos unas decenas de minutos antes de que alguien vuelva a la cocina.

Eloy entra en la cocina y parece llegar a la entrada sin problema. No puedo ver todo lo que sucede en la entrada, y mi papel es vigilar a mi familia. Cinco minutos después, veo a mi hermano volviendo a la cocina. Puedo ver un ligero pánico en su cara, y hace un movimiento de negación. ¿No ha encontrado las llaves? Al mismo tiempo, el Eloy del pasado se levanta para coger agua en la cocina. Hago una señal frenética a mi hermano, y un ligero pánico que estaba sintiendo se transforma en espanto.