Relato de Laure F., Pauline D., Nicolas B., y Claire C.


Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.

El Pozo, de Luis Mateo Díez

***

Mis lágrimas corren como la lluvia sobre la ventana del tren. Este mensaje... No puedo imaginar que sea una coincidencia... Hermano ¿ qué te sucedió ?

No lo podía creer... ¿Cómo ese mensaje había podido llegar aquí ? Cuando Eloy me lo mostró, sentí un extraño malestar. Aquella escritura... la conocía.

¿ Qué quería decir con "un mundo como cualquier otro"? ¿A qué se refería ? ¿Cuál era su pensamiento ? ¿Había descubierto algo ? ¿ Dónde podía encontrar respuestas ? ¿En el pozo ? ¿Una pista, pero cómo explicarlo ? Ese fue mi razonamiento. A partir de eso empezó mi búsqueda ...

El lunes siguiente al descubrimiento de este mensaje, decidí entrar en ese pozo. La luz desaparecía poco a poco cuando vi en el fondo del pozo una gran puerta de madera. ¿Qué podía haber detrás de esa puerta? ¿Mi hermano estaba vivo?

Tenía que estar segura, entonces me armé de valor y giré el pomo. Estaba tan frío como la sangre que corría por mis venas. Su concepción se parecía a viejos pomos, los que se ven en casas embrujadas. Además, el viento fuerte creaba un ruido alto y los cuervos gritaban. Esta atmósfera general me dio miedo, me sentí tan mal que solo hubiera querido huir. No obstante empujé la puerta y con un largo chirrido la abrí….

¡Cuál no fue mi sorpresa al descubrir este mundo! El contraste con lo que acababa de ver era inimaginable : un sol radiante había sustituido el viento helado y en lugar de los cuervos, golondrinas volaban en un cielo azul. Una sensación de bienestar y de serenidad envolvía todo mi cuerpo; me sentía segura, como si este lugar me fuera familiar. Flores y árboles se extendían hasta donde alcanza la vista. Mientras estaba absorta por la contemplación de este paisaje, una voz que conocía bien me sobresaltó.

Me quedé helada por un momento. ¿Eso era producto de mi imaginación ? Además, todo este entorno era surrealista. Cuando la voz de Alberto se acercó, me di la vuelta. Lo reconocí de inmediato. Sin embargo, ante mi era un hombre mayor. 

 ¡Pensé que tenía unos 90 años o tal vez más! Tenía una barba blanca con reflejos grises casi plateados. Era tan larga que limpiaba el suelo cuando caminaba. Su cara estaba llena de arrugas y también sus manos. Sin embargo, sus ojos no habían cambiado, este color azul embriagador, lo reconocería entre todos. Hermano mío, te había echado tanto de menos...

¡ Me sentía tan emocionada ! Sin que pudiera controlarlo, mis lágrimas corrían por mis mejillas. ¿ Cómo habría podido imaginar que mi hermano estaba vivo ? En lo más profundo de mi corazón, había esperado este momento toda mi vida. Alberto me miraba y mil recuerdos corrían por mi mente. No me atrevía a pronunciar una palabra y a romper el silencio, por temor de que todo eso fuerse una ilusión. Fue mi hermano el que habló primero, dijo : « Te esperaba, gracias. Gracias por haber encontrado mi mensaje por fin. »