Relato de Léna C., Pablo R. y Oumaima A.

Los Mallos

Improbable reconversión

Los Mallos

4. Capítulo IV:

Al llegar al lugar, se podía percibir entre las nubes la plena luna llena de San Juan. Poco a poco, las nubes se apartaban como un telón de teatro mostrando una escena celeste con la luna sola rodeada de una oscuridad profunda. Raúl y Eva se acercaron del Mallo Pisón y comenzaron a rodearlo para subir. Estaban equipados y Eva conocía el terreno. Tenía ya en mente un camino para alcanzar el pico. Había que agarrarse con las manos para no caer hacia atrás con el desnivel. Raúl determinado e impaciente, no se lo pensó y siguió a Eva. La subida duró una hora, y llegaron justo en el buen momento cuando la luna estaba en lo más alto del cielo. Se podía ver los detalles de la superficie del satélite natural de la tierra. Cansados, no hablaban e intentaban recuperar sus respiraciones normales.

Eva le preguntó ‘¿Qué te parece? En este lugar se pueden sentir muchas cosas “.

Raúl miraba alrededor suyo si podía percibir alguna presencia de esa Giganta de la cual le habían hablado el otro día. Mirándola Raúl le dijo, “Esto es muy bonito y te doy las gracias por haberme acompañado, pero…”.

Eva continuó “Déjate llevar por la brisa y el paisaje, cierra los ojos y siéntate en la orilla”. Raúl no entendía mucho lo que Eva decía y contestó “¿Pero lo que me contasteis el otro día, todo esto solo para sentarte y ver el paisaje?”.

Eva con una voz de extrañada respondió “ ¿Qué te esperabas? ¿Pensabas ver una bruja que pudiese cambiar tu pasado y ser un nuevo hombre?”.

Eva empezó a reírse un poco “Sabes Raúl, te traje aquí para que pudieses pensar en otra cosay olvidarte lo que te ocurrió, digamos que desde aquí podrás empezar una página y avanzar en tu vida con esta vista”.

Raúl miro al suelo, con una cara de decepción “Digamos que me esperaba algo más mágico que me pudiese transformar en algo que siempre quise ser, pero todo eso es fantasía mía. No te echo la culpa ni nada de eso, y entiendo bien lo que me dices y tienes razón“.

Después de treinta minutos viendo los alrededores y las luces de los paisajes de los pueblos cercanos.  Eva se levantó y Raúl le siguió. Eva le preguntó. “ ¿Nos volvemos a Riglos?”

“Sí venga que empiezo a estar cansado y a tener frío aquí arriba” le respondió Raúl con una sonrisa.