4. Capítulo IV

Cuando descubrí que la Giganta nunca había existido, tengo que reconocer que me quedé muy aliviado al saber que era solamente una leyenda. Pero todavía no entendía por qué mi abuela me había dicho que mi vida iba a dar un giro de 180°… Estaba reflexionando cuando de repente ¡ tuve una iluminación! Cuando descubrí que la leyenda de la Giganta de los Mallos no era verdad, estaba mirando el valle y el pueblo de mi abuela. Pero no había pensado en dar la vuelta para descubrir lo que había detrás de la montaña, un lugar desconocido de los habitantes por culpa del miedo que tenían de la Giganta de los Mallos. Entonces, me di la vuelta lentamente, mi corazón estaba golpeando fuertemente como si estuviera a punto de salir de mi pecho. El primer rayo de luz del día acariciaba mi rostro y el frío de la noche desapareció de inmediato. De repente, descubrí un paisaje natural con una vegetación abundante maravillosa. Descubrí ante mí, un magnífico tesoro formado por joyas de oro y billetes. Debajo de estas joyas y de este dinero, vi fotos de mi familia. Este descubrimiento me sorprendió y me conmovió mucho. Por eso, inmediatamente, fui al pueblo a ver a mi abuela para mostrarle el tesoro. Entonces me explicó que era una herencia de mis padres y que estaba esperando el momento adecuado para dármela. Había decidido esconderlo en este lugar porque sabía que, si yo llegaba en este lugar, era que estaba preparado para recibir su herencia.