3. Capítulo III

Entonces, el viernes, como si se fueran en peregrinación, anduvieron hasta el lugar.

En camino, muchas ideas se mezclaban en la cabeza de Raúl. No quería creer en esta leyenda, era una leyenda nada más. Pero para un hombre que había perdido esperanza, creer en cualquier cosa era lo mejor que hacer para recuperar la poca motivación.

Entonces, empezó a imaginar en otros posibles  cambios en si vida si la profecía se realizase ¿Qué sueños tenía? Antes este viaje, no había tenido ninguno. Curiosamente ahora tenía un montón. Quería tener un trabajo que le permitiera ganar mucho dinero, ascender profesionalmente, comprar todo lo que quisiera: una casa, un coche…, quizás la celebridad para alguien que estaba caído tan bajo en otra vida y tal vez una esposa, e hijos o hijas. Vivir sin estar dependiente de sus amigos y sobre todo sin problema de dinero y de hogar. ¡Nunca más!

El camino duró poco tiempo y sin fatiga gracias a esos pensamientos. Llegaron el sábado, en la fecha de San Juan, por la tarde, depués haber dormido en un refugio de montaña. Esperaron en Riglos las ocho de la noche para alcanzar el famoso lugar en el que se podría ver la Giganta.