Relato de Eloïse R., Romane L. y Maïtena B.

"En esos parajes vivía una anciana de estatura gigantesca, de la que se decía que usaba artes de brujería. Los habitantes del pueblo vivían atemorizados. Cansada de verse siempre temida y rechazada, la Giganta (así la llamaban), hizo surgir un día las enormes rocas y las plantó con fuerza junto al río Gállego para poder vivir escondida y refugiada tras ellas.

Dicen que si hay luna llena, en la noche de San Juan se la puede ver sentada en el mallo Pisón, peinando sus largos cabellos blancos tras humedecer el peine en el Gállego."

Cuando unos amigos de Huesca me contaron esa leyenda de la Giganta de los Mallos, le propuse a Eva ir a pasar el fin de semana a Riglos para conocer ese lugar. Su respuesta picó todavía más mi curiosidad: "si quieres que tu vida dé un giro de 180°, cita en Murillo de Gállego, en la plaza del pueblo, el viernes a las cinco y media". Allí fui.

2. II

Llevábamos dos o tres horas caminando y todavía no sabía adónde íbamos. Una vez más, pasamos por un camino que no estaba indicado por las señales, lo que realmente empezaba a preocuparme. Se lo expliqué a Eva, que me respondió: “tienes razón, vamos a hacer una pausa y te explicaré adónde vamos".

Nos sentamos en una roca y Eva comenzó a explicarme:

"Me dijiste que la leyenda de la Giganta de los Mallos te había intrigado y que deseabas ir a Riglos para conocer este lugar.Bueno, resulta que sé exactamente dónde vive la señora de la leyenda porque la conozco personalmente. Se llama Marta y vive escondida detrás de las rocas cerca del Gállego, como cuenta la leyenda, pero no es una bruja malvada como la leyenda lo hace creer, es una mujer muy amable que ..." La corté en su relato porque no podía creer una palabra de lo que estaba diciendo.

"¿Qué me estás contando Eva, de dónde ha salido esta historia? Me estás gastando una broma, ¿verdad?” le respondí, riendo.

“Sabía que no me creerías, por eso no te lo expliqué antes porque no estaba segura de que vinieras. Pero, aunque no me creas, déjame presentártela, nos queda poco más de una hora de marcha hasta su casa, no te vas a volver ahora ¿no?", dijo Eva."No,iré contigo porque no conozco el camino de vuelta y además tengo hambre, ¡espero que tu amiga tenga algo de comer!” Le contesté.

Aunque estaba convencida de que era una broma, quería entender por qué Eva me había contado todo esto. Así que volvimos a caminar.