Relato de Antoine G., Hugo G., Nadia G., Lilou P.

El manuscrito de Cuenca

1. Capítulo 1

Caía la noche y las calles empedradas del casco antiguo de Cuenca empezaban a vaciarse. Era muy importante conseguir entregar el manuscrito medieval al traductor que se alojaba en la Posada de San José.

Pedro tenía que poder cruzar el puente de San Pablo antes de que se hiciese totalmente de noche pero estaba perseguido por dos empleados del alcalde de Cuenca. Hacía ya más de diez minutos que había encontrado este manuscrito en la biblioteca municipal escondido en un rincón en el cual el alcalde nunca hubiera pensado que alguien lo pudiese encontrar.

Este manuscrito había sido escrito por don Fermín y de lo que Pedro sabía, don Fermín había escrito este manuscrito para denunciar a la familia García que estaba en el poder en aquella época y que seguía estando en el poder ya que la familia del alcalde siempre fue elegida para dirigir la ciudad de Cuenca. Hace muchos años, en el siglo XI, se instaló una familia portuguesa en este pueblo de Cuenca. Muy pronto tomaron el poder, al tener riquezas que muy pocos habitantes de la época tenían. Esclavizaron a parte de la población y se convirtieron en señores de la Corte española, pero sus corazones siempre permanecieron portugueses. Habían sido enviados por el rey Alfonso I de Portugal, que les había pedido espiar en la Corte española con la intención de expandir su poder y organizar golpes de Estado para conquistar España. Nunca consiguieron llevar a cabo esta voluntad de conquista, pero siempre quisieron tomar el control de España. A través de los siglos y hasta ahora, la familia García planificó muchos golpes de Estado que no se llevaron a cabo, contra la Corona española. También amenazaron y mataron a gran número de oponentes políticos españoles, con el fin de quedarse en el poder, permanecer en España y organizar nuevos intentos para expandir el poder del Portugal.

Este manuscrito que Pedro tenía que llevar recompilaba todos los intentos de golpe de Estado que la familia García había querido llevar a cabo. Don Fermín, el autor del manuscrito, era un amigo muy cercano de la familia García, pero cuando descubrió lo que esta familia realmente hacía en España y lo que querían cumplir en este territorio, no tuvo otra opción que intentar denunciarles escribiendo todo lo que se decían en las reuniones de planificación. Desgraciadamente, el padre de la familia García en el siglo XI descubrió que intentaba denunciarles y lo mató sin ningún remordimiento. Quiso guardar el manuscrito porque las informaciones que don Fermín había anotado les podían ayudar a mejorar sus tácticas para conseguir el poder.

La familia García se había transmitido ese libro y lo habían escondido en la biblioteca municipal cuando fue construida sin pensar nunca que algún día alguien lo podría descubrir. El alcalde actual, descendiente de la familia García, siempre siguió la tradición de su familia y organizó varias reuniones con la intención de organizar un nuevo golpe de Estado.

Un día, un amigo muy cercano de Pedro le contó que había asistido en parte a una de esas reuniones ya que estaba encargado de servir las bebidas a los invitados. Escuchó que planificaban dar el golpe de Estado a finales del año y vio en la mesa el manuscrito. Unos días más tarde, ese amigo había desaparecido completamente y Pedro se inquietó mucho e imaginó lo peor.

Se acordó inmediatamente de lo que le había contado sobre el alcalde, y el alcalde siendo alguien de poder, podía perfectamente estar detrás de la desaparición de su amigo. Tenía muchas ganas de obtener justicia, pero no podía denunciarle si no tenía pruebas. En ese instante, Pedro se dio cuenta de que el famoso manuscrito del cual le había hablado su amigo podía probablemente ayudarle a revelar la verdad sobre la familia García.

Su amigo le había contado dónde se escondía el manuscrito. En efecto, su amigo había pagado a un empleado de la biblioteca para saber si sabía de qué manuscrito hablaba y dónde se escondía. El empleado enseguida supo de qué manuscrito hablaba ya que le alcalde siempre se desplazaba él mismo para venir a recuperarlo y esconderlo allí.

Así que unos pocos días después de la desaparición de su amigo, Pedro recuperó el manuscrito y se escapó enseguida. Dos de los empleados del alcalde que estaban en la biblioteca lo persiguieron. Al cruzar el puente de San Pablo se detuvo y pensó en una estrategia para que no pudiesen perseguirlo más. Pedro era alguien muy inteligente, así como muy fuerte físicamente. Siempre se había mantenido en forma haciendo deporte y corriendo todos los días y por fin todos esos ejercicios iban a servir para algo. Además, siempre llevaba con él un pequeño cuchillo muy afilado. Se sirvió de él para amenazar a sus perseguidores y sin usar su cuchillo, consiguió en el enfrentamiento dar un golpe muy fuerte en la cabeza a uno de los dos. El otro, fue más difícil vencerlo y entonces tuvo la idea de atarlo con su cinturón al puente. Pero para ello tuvo que atraparlo por detrás, mantenerlo suficiente tiempo para poder atarlo al puente.

Después de este enfrentamiento, Pedro consiguió atravesar el puente sin ninguna dificultad, pero en ese enfrentamiento, había perdido su teléfono que se había caído del puente. Ya no sabía dónde tenía que ir para llegar a la Posada de San José, donde se encuentra el traductor. Ya las calles de Cuenca estaban vacías. Menos mal que se encontró con un joven llamado Eric que le propuso su ayuda. Enseguida Pedro tuvo cuidado porque no había mucha gente fuera y que ese joven se acercase a él sin saber que necesitaba ayuda, parecía muy raro. Pero Pedro no iba a decir que no, sabiendo que no tenía otra solución para llegar a la posada de San José. Sin más remedio le siguió en por las calles vacías de Cuenca, pero se dio cuenta de que Eric hacía demasiadas preguntas sospechosas sobre el famoso manuscrito que llevaba en la mano: ¿de dónde venía? ¿cómo lo había conseguido? Y también se dio cuenta de que no estaban tomando el buen camino porque Pedro, aunque no se acordaba del camino exacto se acordaba de que tenía que pasar delante de una iglesia,  no muy lejos del puente de San Pablo.

Ya habían andado durante 15 minutos sin pasar delante de ninguna iglesia, así que encontró la manera de preguntar a Eric indirectamente dónde estaba esa famosa iglesia que tenía que encontrar para poder llegar a la posada de San José. Le dijo que quería ir al día siguiente a esa iglesia para poder rezar allí. Eric no era muy inteligente y le respondió enseguida. Después Pedro cogió una roca y le dio un golpe fuerte en la espalda. Eric se derrumbó en el suelo, ya no podía moverse.

Pedro le preguntó quién era y por qué no le había llevado a la posada de San José. Eric le reveló entonces que el alcalde le había pagado mucho dinero para llevarlo a un lugar escondido en Cuenca, y que no sabía lo que le iba a pasar allí, pero siendo muy pobre no había podido decir que no a la propuesta del alcalde. Pedro se dio cuenta más que nunca de que el alcalde tenía mucho poder y que ya no podía confiar en nadie. La gente que se cruzaba en la calle podían ser empleados del alcalde o haber sido pagados para encontrarlo y llevarle al alcalde. Y una vez allí, no sabía lo que le podía pasar, ya que sin duda, su amigo había sido matado o escondido para que nadie lo pudiese encontrar, después de haber dudado de la integridad del alcalde.

Muerto de miedo, Pedro cogió el abrigo de Eric, y se vistió para hacerse pasar por él  y pasar desapercibido. Tenía en memoria la respuesta de Eric sobre la ubicación de la iglesia y se dirigió allí. Tardó 15 minutos, pero no tuvo ningún problema en llegar allá. Delante de esa iglesia se encontró con un pobre que estaba pidiendo dinero. Pedro era sin duda alguien con mucha sensibilidad y le quiso dar el poco de dinero que llevaba con él. Pero cuando se acercó a él, vio que estaba escondiendo un cuchillo y entonces se puso a correr para escapar, porque no quería de nuevo enfrentarse a alguien y hacerle daño para defenderse de lo que el alcalde le podría hacer. Se escondió en una de las calles que estaban cerca y el supuestamente pobre no consiguió encontrarlo. Pedro esperó y esperó y vio muchos guardias de la Guardia Civil que habían sido “comprados” por el alcalde, correr por la calle de delante y él tenía que pasar por esa calle para poder llegar a la posada de San José. Era imposible hacerlo sin que nadie lo detuviese.

Una joven pasó por la calle donde estaba escondido Pedro, una joven muy guapa con el pelo largo, rubio y los ojos azules. Se llamaba María. Esa joven vio a Pedro con mucho miedo y con mucho estrés y le preguntó si necesitaba alguna ayuda. También le preguntó si estaba bien y si quería comer algo. Por una vez, Pedro sintió que esa joven no estaba compinchada con el alcalde, sino que de verdad era una persona que quería ayudarlo. Él le pidió la hora y ella le respondió que eran las 11:30 de la noche. Pedro se derrumbó porque sabía que tenía que llegar a la puerta del traductor antes de las 12:00 de la noche y solo le quedaba 30 minutos para conseguir su objetivo, pero la calle estaba llena de gente empleada por el alcalde y no sabía cómo iba a poder llegar allí. Derrumbado, se lo contó todo a esa mujer no sabiendo muy bien por qué sabía que ella no lo iba a traicionar. María se quedó escuchándole sin decir nada hasta que acabó su historia. Le dijo que lo creía porque ella trabaja en la casa del alcalde y sabía que allí ocurrían cosas muy extrañas. Su hermana Belén había sido convocada en la casa del alcalde y desde entonces nunca había vuelto a tener noticias suyas. Ella también pensaba que el alcalde estaba detrás de la desaparición de su hermana así que decidió ayudar a Pedro. Vivía muy cerca de donde se encontraban y le dijo que fuese a su casa.

Pedro, sin saber qué hacer, la siguió hasta su casa. De camino, ella le contó que si iban a su casa era porque en su casa había túneles subterráneos que le podían llevar hasta la posada de San José. En efecto, en la época medieval construyeron esos túneles debajo del pueblo para poder conectar los diferentes lugares estratégicos de Cuenca. Pedro por fin sintió que podía llegar a su fin y llegar a la Posada de San José a tiempo.

Al llegar a su casa, María le presentó a su madre. Su madre fue muy feliz al saber que por fin la verdad podía ser revelada y que quizás iban a saber lo que había ocurrido a Belén, su otra hija. María y su madre le desearon mucha suerte a Pedro y lo condujeron hasta la puerta que lleva a los túneles. Pedro le habló a María  y le prometió hacer todo lo posible para que la verdad fuera revelada. Pedro anduvo por esos túneles que lo condujeron a unos minutos de la posada de San José. Tenía que salir por la alcantarilla y se puso a correr inmediatamente hacia la puerta de la posada de San José donde se encontraba el traductor. Eran las 23:57.