Relato de Anselme C., Cassandra LE R., Mathis A.
El manuscrito de Cuenca
1. Capítulo 1
Caía la noche y las calles empedradas del casco antiguo de Cuenca empezaban a vaciarse. Era muy importante conseguir entregar el manuscrito medieval al traductor que se alojaba en la Posada de San José. Pedro tenía que poder cruzar el puente de San Pablo antes de que se hiciese totalmente de noche ... Ya tenía vértigo desde que era pequeño y cruzar el puente le exigió mucho esfuerzo. Además, la oscuridad de la noche cayendo no le ayudaba. Estaba tan concentrado sobre sus pasos que no vio la silueta que acababa de adelantarle ... Fue la última persona que Pedro vio, sin verla bien, por supuesto.
Al mismo tiempo, una mujer estaba paseando por las calles. Acababa de pelearse con su esposo. No era la primera vez que él volvía a casa totalmente borracho. Antes, ella no tenía trabajo y cuidaba a sus hijos y del hogar. Su esposo tenía un buen trabajo de ingeniero. Un día, su mujer le preguntó si ella podría trabajar porque se aburría. Después, su esposo se fue de su empleo y tuvo que acercarse de su pueblo para cuidar a sus hijos. Era traductor porque le encantaba leer y conocía muchos idiomas. Su mujer trabajaba como jueza en la gran ciudad más cercana. Se iba de la casa familiar a las cinco de la mañana y volvía a las siete de la tarde, cuando no había tenido mucho que hacer durante el día. Poco a poco, su esposo se encargaba de las tareas domésticas y a él, no le gustaba que su mujer se fuese tanto tiempo. Empezó a beber con sus colegas y fue puntual, al principio, solo para esperar su mujer. Desde hacía un año solía ir al bar y volver a casa borracho. Por suerte, sus hijos no estaban en el hogar por sus estudios desde hacía dos años. Entonces, la mujer estaba pensando en su situación cuando se dio cuenta de que su esposo debía recibir el manuscrito medieval de su colega y amigo Juan Sánchez que se alojaba en la Posada de San José. Juan Sánchez no estaba en el pueblo porque su hija tenía problemas de salud, ella estaba en el hospital y él había pedido a su esposo que cogiera el manuscrito para él. ¡Qué suerte! Además de pelearse con su esposo, la mujer tenía que hacer su trabajo. "Soy tan amable", pensaba la mujer que iba hacia la Posada de San José. Estaba esperando cuando ella vio una silueta que se dirigía hacia el puente. La saludó y la miró durante un momento. Pero la mujer vio algo que no tenía que ver. Cuando la silueta se dio cuenta de la presencia de este testigo, empezó a correr hacia ella, pero ella ya estaba en su casa. "Espero que no haya visto dónde vivo ... ¿Qué voy a hacer?", se decía, tratando de disminuir su pulso ...
Una persona estaba paseando por las calles, observando los alrededores, pero no vio a la mujer que él conocía bien delante de la puerta de la Posada de San José. Se concentraba porque tenía una meta esta esa noche. No tuvo conciencia de que esa mujer podía ser su futuro infierno.