11. 23h00

No habíamos dicho una palabra desde que habíamos vuelto a la estatua. La presión se hacía sentir, Manuel estaba completamente abatido. A pesar de la fuerza que intentaba llevar a mi compañero, me sentía muy cansado y desesperado. Estaba pensando en los pobres ciudadanos que debían tener miedo. ¿Qué quería hacer con ellos la giganta ?  Pero no pude seguir reflexionando porque oí un grito que me parecía familiar. Girando la cabeza hacia la fuente del grito, comprendí por qué me recordaba algo : era el del hombre. Con miedo, me levanté para reunirme con él y quizá encontrar la razón por la cual había gritado.

Detrás de la estatua, había un cronómetro que nos indicaba el tiempo que nos quedaba para encontrar la llave.