Relato de Eloïse R., Romane L. y Maïtena B.
"En esos parajes vivía una anciana de estatura gigantesca, de la que se decía que usaba artes de brujería. Los habitantes del pueblo vivían atemorizados. Cansada de verse siempre temida y rechazada, la Giganta (así la llamaban), hizo surgir un día las enormes rocas y las plantó con fuerza junto al río Gállego para poder vivir escondida y refugiada tras ellas.
Dicen que si hay luna llena, en la noche de San Juan se la puede ver sentada en el mallo Pisón, peinando sus largos cabellos blancos tras humedecer el peine en el Gállego."
Cuando unos amigos de Huesca me contaron esa leyenda de la Giganta de los Mallos, le propuse a Eva ir a pasar el fin de semana a Riglos para conocer ese lugar. Su respuesta picó todavía más mi curiosidad: "si quieres que tu vida dé un giro de 180°, cita en Murillo de Gállego, en la plaza del pueblo, el viernes a las cinco y media". Allí fui.
5. V
Mientras Marta me servía una taza de té, comenzó a contarme su historia.
"Alba, querida, no eres la primera que se escandaliza por mi aspecto. En otro tiempo, yo también vivía en el pueblo de abajo. Pero la gente se burlaba de mí, me llamaban "el monstruo" o "la gigante". Mi vida era una pesadilla… Mi familia me rechazaba y mis compañeros no me aceptaban. Siempre he vivido en el dolor, hasta que me escapé y encontré refugio en esta casita. Aquí vivía una señora muy extraña que también había sido rechazada por la sociedad, no por su aspecto sino por alguna otra razón…Esta señora tenía poderes mágicos que asustaban a los aldeanos, que la habían desterrado del pueblo. Me acogió cuando estaba al límite y me cuidó, así que le debo mucho. Pero lo que tienes que saber es que ella también me transmitió todos sus conocimientos..."
Estaba pendiente de cada una de las palabras de Marta y ella me dedicó una enigmática sonrisa. Tomó un sorbo de té antes de continuar.
“Si quieres que tu vida cambie para siempre, tendrás que confiar en mí y seguir mis instrucciones. En tres días, en la noche de San Juan, las estrellas se alinearán y la luna llena brillará. Encuéntrame en la orilla derecha del Gállego, junto al molino y ven sola”
"Pero espera, ¿qué pasa si vengo?"
Apenas había pronunciado mi pregunta cuando Marta nos sacó fuera, llevándonos con sus grandes brazos y dejándonos en su puerta.
"¡¿Espera, por favor?!"
La puerta ya estaba cerrada.
"No insistas", dijo Eva, tirando de mí por el brazo.
"Ella no te dirá nada más. Y yo tampoco. Tienes que tomar esta decisión por tu cuenta".
Una vez más me sentí traicionada por mi amiga. Sentí que no la conocía realmente. Volvimos a casa sin decir nada, mientras una tormenta de preguntas se arremolinaba en mi cabeza.